
Alopecia | “Solo se pierde el cabello, no la fuerza”
La alopecia es la pérdida anormal del cabello, es decir cuando una persona pierde más de 100 cabellos diarios. Es decir, que te levantes y encuentres cabellos en tu almohada o que haya cabello en tu habitación en exceso. Existen diversos factores que forman parte de las causas de la alopecia como lo es el estrés, ansiedad, genética, autoinmune, alimentación desequilibrada, lavar el cabello en exceso, abuso del secador de cabello o plancha, embarazo, anemia, hipotiroidismo, lupus, diabetes entre otras causas. A continuación conoceremos la historia de María Zenaida Colón (Zeni), la fundadora de Alopecia PR.
Reconocer que el plan de Dios sobrepasa mis planes, ha sido la experiencia más difícil, pero también la más hermosa. De niña experimenté la pérdida de mi cabello en pequeños parchos, lo que se conoce como alopecia areata, una condición autoinmune que afecta los folículos pilosos provocando la pérdida parcial o total del cabello. En esa ocasión, gracias a un tratamiento médico, recuperé el cabello perdido y no volví a experimentar pérdida de este hasta los 24 años donde comenzó mi proceso de alopecia nuevamente, pero esta vez, no tuvo el resultado esperado.
Fueron varios los diagnósticos desacertados que recibí en aquel momento; hongos, anemia, depresión, falta de minerales, alergias, entre muchos otros, para los cuales tuve tratamiento y numerosas pruebas sin encontrar la cura para lo que me ocurría. Hasta que al fin un dermatólogo nuevamente identifica que es alopecia, y comienzo con un nuevo ciclo de inyecciones, cremas y tratamientos. Mientras buscaba la solución, mi cabello solo se caía sin control alguno.

Me sentía impotente sin saber qué hacer. Día a día veía mi cabello en la almohada, en la ducha y sin misericordia el peine solo parecía despegar cada hebra de mi cuero cabelludo. Fueron momentos en los que no sabía cómo enfrentar mi vida cotidiana. Tenía que salir a trabajar, pero no quería enfrentar al mundo cuando sentía que perdía mi identidad, pues en aquel momento mi cabello parecía ser lo que definía quien era. Mi rostro ya no parecía el mismo. La mirada hasta había cambiado, había perdido mis pestañas y mis cejas. En el espejo solo parecía ver a una mujer enferma a la que le faltaba brillo. Aun así, levantaba mi cabeza y me amparaba en las palabras de ánimo de mi familia y en especial en la fe.
Tomé la decisión de usar pelucas, para desviar un poco la atención pública de lo que me pasaba, pero aun así sentía que todos miraban mi cabeza, y veían que había algo extraño en mí, pensando muchos que era algún tipo de cáncer, sin ser así. Enfrentaba mi proceso con optimismo, pero al llegar a mi hogar mis lágrimas invadían mi corazón. Era como si me quitaran algo sin permiso. Llegué a preguntarme si era a consecuencia de alguna mala acción en mi vida y equivocadamente sentí que el no cuidarme lo había provocado. Aprender a aceptar a esta nueva persona, que era diferente a las demás, fue un gran reto. No quería llorar, ante mi familia, que con tanto amor me apoyaba, tampoco quería “molestar” a Dios con mi queja. Sentía que había mucha gente con enfermedades más complejas que la mía y que mi pesar no era digno de lamento, por lo que trataba de ignorar mi sentir.



Pero Dios no menospreciaba lo que sentía, le daba valor a lo que entre susurros le decía. Anhelaba un milagro de sanidad, pero sus planes para mi vida iban más allá de una sanidad física. Hizo su milagro en mí, no a través del crecimiento de mi cabello, sino a través de enseñarme sobre el amor propio y permitiéndome tener empatía con otros. El proceso me enseñó a llenarme de valor, la alopecia ya no era un secreto, comencé a hablar de ello y comprendí que otros necesitan aprender sobre la condición y que había muchos que también la enfrentaban y necesitaban apoyo. En ese momento entendí el propósito de Dios en mi vida. Lo que parecía ser mi debilidad o mi vergüenza, se convirtió en un hermoso proyecto que me llenó de alegría y nuevos bríos, la Fundación sin fines de lucro Alopecia PR, ha logrado alcanzar a personas con alopecia, de diversas edades, géneros y nacionalidades dentro y fuera de Puerto Rico.
En Alopecia PR aprendí de otros que ejemplarmente también se llenan de valentía para enfrentar la condición y ayudar a otros. Hallé en ello un gran tesoro de vida, que se añade a la gran bendición que tengo de ser madre, esposa e hija y sigo viendo que el proceso de la alopecia no llega para detenernos, que “Solo se pierde el cabello, pero no la fuerza”. Para mí y para muchos en la familia de Alopecia PR el reto se llama alopecia, pero a veces se sustituye este nombre por otros tantos que parecen detenernos en el camino, pero sin importar cómo se llame la circunstancia, la lección que esta nos traiga debe ser una que nos impulse a caminar con valentía, aprendiendo a ver los milagros cuando servimos de motivación a otros.
“Solo se pierde el cabello, pero no la fuerza”.
María Zenaida Colon
Fundadora de Alopecia PR

Espero que esta historia les haya gustado y los haya inspirado, conocer a esta mujer ha sido una de las casualidades más bonitas que me ha pasado en la vida. No olvides seguirlos en Facebook e Instagram como Alopeciapr
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