
Hoy por primera vez vi a mi hija, con una tristeza que no era la de siempre. La de las cantaletas de nena chiquita. Esta parecía venir de más adentro, era profunda. Acababa de dejar a su papá después de un fin de semana con él y siete meses sin verlo. Entre lágrimas me decía que quería estar con él. Pasar por una separación que involucra hijos, te deja en mil pedazos, 999 de esos pedazos son de tus hijos y 1 es tuyo. Es increíble el dolor que nos pueden crear las situaciones de la vida.
Los errores parecen querer aplastarnos sin pena ninguna. Las pruebas que no controlamos se apresuran como una ola que te lleva a la orilla y casi te ahoga. Pero que maravilloso saber que tenemos a un salvavidas. Que delicia saber que como yo miraba a mi hija, con total seguridad de que su dolor no determinaba su momento ni tampoco su futuro, así también nos mira el padre y nos dice tranquila HIJA, ESTOY AQUÍ.

Quería decirle a mi hija tantas cosas por las que podía estar feliz, pero ella solo estaba enfocada en UNA. Cuántas veces Dios así nos mira y nos grita: “mira a tu alrededor y ve el jardín de bendiciones que te he provisto. Desde oxígeno para los pulmones hasta un techo donde dormir.” Como misionera he visto DEMASIADO. El fango que decora la cama de muchos de nuestros hermanos en América latina me hace pensarlo dos veces cuando mis circunstancias me quieren abatir.
La madurez espiritual se comienza a desarrollar cuando comenzamos a ser agradecidos en vez de malagradecidos. Mi hija aún está en el proceso de establecer la diferencia. Y así como yo la entiendo y no la culpo, la abrazo y la escucho llorar, así también nuestro padre. El comprende nuestro dolor y nos ama igual. Más anhelo que mi hija crezca, madure y entienda que hay muchas más cosas por las que debe estar agradecida que las cosas por las que llorar. Y más aún, que su sonrisa tiene mucho mejor “look” y efecto que sus lágrimas en todo a su alrededor.

Así también como sus princesas, Dios nos mira y anhela que maduremos y aprendamos a estar contentos en TODO como decía Pablo:
Filipenses 4:11-13
Reina-Valera 1960
11 No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación.
12 Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad.
13 Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.

Algo mágico sucede cuando somos agradecidos y valoramos cada bendición que nos ha sido dada. Escuchaba a John Maxwell decir el otro día que la clave de recibir es dar. Aprendamos a dar gracias a Dios por cada una de sus bondades. Su palabra nos recuerda que su misericordia es desde la eternidad hasta la eternidad decía David en el Salmo 103:17. ¿Entonces, sientes que te falta algo? Pues no te equivocas, TE FALTA DAR GRACIAS!
Les amo, flyers.
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Hola Zorangela! Gracias a ti por leerla. Te envío un abrazo.
Gracias por compartir tan excelente escrito que nos muestra que el amor de Dios llena todos los espacios vacíos en nuestra vida.
Gracias por compartir esta columna que nos muestra que el amor de Dios cubre todo y llena los vacíos en nuestras vidas.
Ciertamente amada hermana que escrito tan impactante. Es hermoso es crecer en el Señor y poder vivir la sabiduría del cielo. Doy gracias por tu vida y por abrir tu corazón.
Wow que precioso de verdad!!!! Palabras que tocan!!! Gracias, gracias.
Ufffff Demasiado hermoso . Palabras desde el corazón de una Madre que tiene a Dios en su corazón . Mira cuanto se aman los hijos e imaginemos el amor de nuestro Padre Celestial , nuestro Creador. Estoy más que segura que el amor de una Madre es es más cercano al de Dios. Me encanto amada hermana . Dios bendiga tu vida mucho más . 🥰🙌✨❤️
Gracias por esta columna muy hermosa por cierto esos son mis versículos favoritos de Filipenses.